septiembre 19, 2024

por: Carlos Alberto Evangelista

Hace unas semanas leí algunas opiniones en las que intentaban descalificar a nuestro coordinador en el Congreso de la Unión, Ignacio Mier.

Mediante calumnias han querido desprestigiar el trabajo de la bancada de Morena, que en estos años ha dado ejemplo de la lucha para quitar todo aquel privilegio minoritario, a través de reformar el andamiaje jurídico nacional, y de diversas estructuras públicas en favor de la mayoría y sobre todo de los más necesitados.

En los años de desarrollo de nuestra transformación, han tratado de ensuciar nuestro Movimiento a través de la mentira, su estrategia más recurrida, por lo que no es ajena la campaña sucia. Es más, fueron ellos quienes en 2006 dieron cátedra de cómo intentar desprestigiar a alguien, en su momento, nuestro líder moral y social, Andrés Manuel López Obrador.

Han ido de la mano de poderes fácticos, como la auto denominada “fábrica de sueños”, y que ha cambiado su giro a una ‘fábrica de mentiras’ ante el temor de lo que representaba un solo hombre, pero que es respaldado por millones de mexicanos.

Como en ese entonces, hoy es Ignacio Mier el que pareciera atemorizar a las minorías en el Estado, pues ha sabido llevar a buen puerto las instrucciones de nuestro Presidente para la óptima gobernabilidad del país, por lo que ha generado una considerable experiencia en el desarrollo de sus funciones, que se resumen en los logros coordinados y materializados por Morena en la Cámara Baja.

Desde que conozco a Nacho Mier, le he reconocido como un hombre sensato y, sobre todo, leal a este Movimiento.

Pero también conozco los intentos por desprestigiarlo, que se han acrecentado últimamente, pues el estar del lado correcto de la historia también le ha acarreado una serie de descalificaciones de propios y extraños, calumnia tras calumnia; pareciera que el ser cercano al Presidente es causa de ámpula en muchos actores de la política local de Puebla.

Memoria de regeneración

Conocí a Nacho Mier en un Consejo Nacional entre 2015 y 2016, en el habitual Salón de la Luz, ubicado en la colonia Roma.

El presidente de Morena en esa época era Andrés Manuel, quien en algún momento entregaba tareas de defensa y promoción del voto, haciendo hincapié en la dinámica que se vive en el norte del país, en donde no había una estructura sólida del partido, por lo que tras una breve reflexión en silencio, se giró y le comentó: “Ayúdame y vete de delegado a Durango y Sinaloa”.

Nuestro ahora Presidente Constitucional se refería a un señor que se encontraba parado, portaba bigote y su semblanza era serena.

Nacho Mier no titubeó y al instante sostuvo: “Donde usted me mande”.

El Presidente siempre ha insistido, mayormente en esa época, en que es de gran valor y de mucha ayuda irse a los lugares en donde no hay compañeros que apoyaran al movimiento, o que se necesitara organizar a quienes, como nosotros, nos identificamos y sentimos la necesidad de defender nuestras convicciones, razón por la cual, esa responsabilidad sería sólo de las personas de mayor confianza de Andrés Manuel López Obrador.

“La calumnia cuando no mancha, tizna.”